Dani Rodríguez ha dado un paso al lado del mallorquinismo, y lo ha hecho con el corazón en la mano. Tras siete temporadas y media defendiendo los colores del Real Mallorca, este jueves decidió rescindir su contrato, dejando atrás no solo una carrera deportiva brillante, sino también un pedazo de su vida. En su despedida, tanto en declaraciones como en una emotiva carta publicada en redes sociales, el gallego expresó lo que siente en este momento tan difícil.
Un viaje inolvidable
«Hoy me toca afrontar uno de los momentos más difíciles de mi carrera: decir adiós». Así comenzaba su mensaje, cargado de sentimientos. Dani recordó todos los instantes felices vividos en la isla junto a su familia, donde se enamoraron de las tradiciones y la gente local. «Lo que realmente nos hizo sentir como en casa fue la calidez de la gente», confesó. Esas palabras nos recuerdan que el verdadero valor de un lugar no radica solo en sus paisajes.
El futbolista se siente orgulloso de haber sido parte del Mallorca durante esos años, logrando hitos importantes como dos ascensos y ser el máximo asistente del club. «Todo eso se queda conmigo para siempre», añadió con nostalgia.
Dani también tuvo palabras para agradecer a cada uno de los empleados que hacen posible el funcionamiento diario del club. «Gracias a todos los que están detrás, sin ellos nada funcionaría», enfatizó mientras recordaba con cariño cada encuentro vivido dentro del vestuario.
Y aunque su salida no haya sido sencilla y sienta haber pagado un precio muy alto por ello, dejó claro que sigue adelante con la conciencia tranquila: «He dado siempre todo por este escudo».
Por último, dirigió unas sentidas palabras a los aficionados: «Gracias por cada aplauso y cada grito desde las gradas cuando más lo necesitábamos». Y cerró su mensaje con esperanza: «Ojalá podamos volver a cruzarnos; me gustaría regresar algún día aquí como entrenador». Un deseo sincero para mantener viva la conexión con un club y una afición que han dejado huella en su vida.

