La reciente tala de los bellasombras en la plaza Llorenç Villalonga ha dejado a muchos con un nudo en el estómago. La acción, llevada a cabo este jueves, no solo ha suscitado un profundo malestar, sino que ha desencadenado una serie de reacciones contundentes por parte de diversas entidades. Palma XXI y Més per Palma han decidido no participar en la Comisión Municipal del Ciclo Climático como forma de protesta, mientras que la crítica hacia la regidora de Infraestructuras, Belén Soto, se vuelve cada vez más intensa.
Una decisión dolorosa para todos
Més ha ido más allá al exigir la dimisión de Soto por lo que califican como «nefasta gestión» en esta crisis arbórea. ARCA también se une al clamor popular al describir esta acción como «una matanza cruel». La organización había solicitado previamente una revisión cuidadosa antes de proceder a talar los árboles y sugerido alternativas menos drásticas, como una poda intensiva. Como ellos mismos dicen, no es comprensible que se actúe con tanta agresividad.
Las palabras de ARCA resuenan entre quienes aman la ciudad y sus espacios verdes: «Este exterminio violenta nuestra sensibilidad». Exigen pruebas claras sobre el estado real de estos ejemplares antes de tomar decisiones tan drásticas. Al mismo tiempo, Més critica el proceso opaco detrás de estas acciones que han arrasado con árboles que son parte del patrimonio histórico y ambiental de Palma.
Miquel Àngel Contreras, portavoz del grupo Més, sostiene que tratar a los árboles como un problema a eliminar es señal clara de una política fallida. Y no solo eso; incluso desde la Asociación Española de Arboricultura han puesto en duda las justificaciones dadas para esta tala masiva, alegando que carecen de base científica sólida.
A medida que las críticas se intensifican y las voces claman por justicia ambiental, tanto Palma XXI como Més están pidiendo algo más que palabras: quieren acciones concretas para reparar el daño causado y restaurar la confianza entre los ciudadanos y su gobierno. En tiempos donde la crisis climática está a la orden del día, intervenciones así parecen más un golpe bajo a nuestro patrimonio natural que una solución viable.

