En un ardiente discurso que resonó en el corazón de muchos, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha tomado la firme decisión de romper con el maleficio de la traición que ha afectado a su patria. Con una mezcla de pasión y determinación, ha declarado que defenderá su tierra ante las agresiones constantes de Estados Unidos, que recientemente anunció un bloqueo completo sobre los barcos venezolanos.
Cumpliendo con un juramento sagrado
Maduro no se ha guardado nada. Alzando la voz en nombre del pueblo, ha reafirmado su lealtad al comandante Hugo Chávez y se comprometió a mantener ese juramento “con el alma arrugada pero decisión absoluta”, incluso si eso significa arriesgar su propia vida. “Vine a decirle al comandante Chávez desde lo más profundo del alma popular: no te fallaremos”, expresó emocionado, recordando aquellos tiempos donde la esperanza parecía tan fuerte.
Aseguró que hoy Venezuela es un país más empoderado y organizado, con una conciencia patriótica superior. Este nuevo despertar une el conocimiento revolucionario con un amor profundo por el terruño. En sus palabras resuena una promesa inquebrantable: “seremos leales aquí en esta vida y más allá”. Así mismo, hizo hincapié en su compromiso hacia Bolívar y la historia del país.
A todo esto se suma la reciente escalada de violencia del Ejército estadounidense en el océano Pacífico, donde varios ataques han dejado ya más de 90 víctimas mortales. Una trágica situación que busca presionar al gobierno venezolano bajo el disfraz de combatir el narcotráfico. Pero Maduro parece decidido a no dejarse doblegar ante estos desafíos externos.

