Imagina una noche cualquiera en San Francisco, la ciudad que nunca duerme, donde el alcohol fluye y las risas son la banda sonora de la diversión. Sin embargo, esa noche, todo se torció cuando una mujer, claramente bajo los efectos del alcohol, decidió que era hora de hacer su propia versión del caos.
Todo comenzó en un conocido restaurante, Hazie’s. Allí, una pareja llegó buscando atención y algo de diversión. Pero lejos de comportarse como se espera en un lugar así, empezaron a increpar al camarero Miguel Marchese. «Era evidente que estaban ebrios», contó el trabajador al Daily Mail. Y sí, aunque intentaban disimularlo, sus acciones hablaban por sí solas.
Cuando las cosas se descontrolan
A medida que la tensión aumentaba entre ellos y el personal del local, otras camareras intentaron calmar los ánimos. Una de ellas recordó: «Estoy tratando de decirle con las manos: Vamos a calmarnos, es hora de irse». Pero la mujer no tenía intenciones de escuchar. Se coló tras la barra y en cuestión de segundos el ambiente se tornó explosivo.
Lo que siguió fue un espectáculo bochornoso: gritos y empujones salieron del restaurante hacia la calle, convirtiendo una tranquila velada en un auténtico circo. El camarero describió cómo la mujer lo agarró del pelo con todas sus fuerzas: «Fue una situación complicada». La escena no pasó desapercibida para los transeúntes que grababan atónitos lo que sucedía.
Finalmente, después de un forcejeo bastante intenso, el camarero logró zafarse y vio cómo la mujer caía al suelo llorando desconsoladamente. Pero aquí viene lo sorprendente: a pesar del mal rato vivido, Miguel decidió no presentar cargos contra ella. «Esta es la vida de un camarero», reflexionó con cierta resignación.
Y así concluye esta historia; una lección sobre cómo una noche puede cambiar radicalmente cuando se pierde el control.

