En una trama que parece sacada de una película de terror, Cedric Lodge, el responsable de la morgue de la facultad de Medicina de Harvard, ha sido condenado a ocho años de prisión por un acto absolutamente repugnante: robar y vender restos humanos. Pero aquí no acaba la cosa, su esposa Denise también ha recibido un año tras las rejas. El Departamento de Justicia estadounidense lo hizo oficial en un comunicado que dejó a muchos con la boca abierta.
Lodge, de 58 años, admitió haber sustraído órganos, piel, extremidades e incluso cabezas entre 2018 y 2020. Es escalofriante pensar que alguien pueda caer tan bajo. Fue despedido en mayo del pasado año y desde entonces se ha desencadenado una serie de investigaciones que revelaron cómo él y su mujer transportaban estos macabros ‘trofeos’ desde la facultad hasta su hogar en Goffstown, New Hampshire.
Un mensaje claro para los responsables
Wayne A. Jacobs, quien dirige la oficina del FBI en Filadelfia, afirmó que esta condena es un paso hacia adelante para asegurar que actos como este no queden impunes. Y no es para menos; ¿hasta dónde hemos llegado cuando el respeto por los fallecidos se tira a la basura? Este caso no solo afecta a las instituciones sino también a las familias que confiaron sus seres queridos a manos profesionales.
A medida que se desentraña esta historia perturbadora, todos nos preguntamos qué más puede haber detrás. La confianza rota es difícil de reconstruir y situaciones como esta hacen evidente que debemos estar atentos y exigir justicia. Nos toca reflexionar sobre los límites éticos en el ámbito académico y sanitario; hay cosas que no deberían tener precio.

