En una tarde cualquiera del 10 de diciembre, el ambiente en la plaza Raimundo Clar se tornó tenso cuando la Policía Local de Palma hizo su aparición. Un joven español, de solo 22 años, se convirtió en el protagonista de una historia que refleja un problema más amplio en nuestra sociedad.
Todo comenzó alrededor de las 20.30 horas, cuando los agentes del Grupo de Actuación Preventiva (GAP) realizaban su ronda habitual. De repente, se percataron de un hombre que, al verlos acercarse, realizó un movimiento sospechoso y rápidamente escondió algo en su bolsillo. Al acercarse para investigar, el chico mostró un grinder y un porro de marihuana; pero eso fue solo la punta del iceberg.
Un hallazgo alarmante
Los policías decidieron inspeccionar más a fondo y encontraron una caja de medicamentos oculta bajo su muslo. Dentro había varias bolsas con sustancias que no dejaban lugar a dudas sobre sus intenciones: 15,5 gramos de ketamina, 8,15 gramos de tusi y 1,34 gramos de cristal, además de tres pastillas de MDMA. Cuando le preguntaron sobre ello, el joven argumentó que todo era para consumo propio. Sin embargo, es difícil creer que alguien pueda consumir tanta droga sin poner en riesgo su vida.
La realidad es que estas cantidades son desmesuradas y muy superiores a lo que normalmente consideramos para uso personal. Es triste pensar cómo algunos jóvenes se ven atrapados en esta espiral sin salida. Al final del día, fue arrestado por tráfico de drogas; una decisión necesaria ante la gravedad del asunto.
Este caso nos deja reflexionando: ¿qué estamos haciendo como sociedad? Este tipo de situaciones no deberían ser normales entre nuestros jóvenes. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras tiran sus vidas a la basura con este tipo de comportamientos peligrosos.

