El pasado sábado 13 de diciembre, el mundo se estremeció con la noticia de que seis valientes militares bangladeshíes, parte de la Fuerza Interina de Seguridad de Naciones Unidas para Abyei (UNISFA), han sido asesinados en un brutal ataque en Kadugli, Sudán. Además, otros ocho resultaron heridos. El Gobierno de Bangladesh no ha tardado en reaccionar y ha confirmado la devastadora noticia a través de su gabinete de prensa.
Acusaciones cruzadas y una situación tensa
Las primeras informaciones apuntan a que el ataque fue llevado a cabo por tres drones que impactaron directamente contra una base del contingente, lo que provocó un incendio catastrófico en una gasolinera dentro del complejo. Testigos desde el terreno denuncian bombardeos intensos por parte de las milicias del Movimiento para la Liberación del Pueblo de Sudán-Norte-Al Hilu (SPLM-N-Al Hilu), quienes buscan forzar la salida de los ‘cascos azules’ para hacerse con el control total.
Desde el Gobierno sudanés se ha acusado a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) como responsables directos del ataque. Sin embargo, estas fuerzas han negado cualquier implicación categóricamente, afirmando que son “mentiras” y un intento desesperado por desprestigiarles. La tensión crece mientras el conflicto se intensifica y deja a millones atrapados entre las llamas.
La condena no se ha hecho esperar; líderes internacionales, incluido el secretario general de la ONU, António Guterres, han expresado sus condolencias y subrayado que los ataques contra las fuerzas de paz son crímenes inaceptables bajo cualquier circunstancia. En medio del horror humanitario que vive Sudán, este episodio trágico añade otra capa a una crisis que parece no tener fin.
Desde Bangladesh, su primer ministro Muhammad Yunus ha mostrado su dolor profundo y apoyo a las familias afectadas, señalando lo inaceptable que resulta atacar a aquellos que están allí para promover la paz. Este ataque no solo es un golpe directo al esfuerzo por mantener la estabilidad internacional sino también un recordatorio sombrío del costo humano detrás de cada conflicto armado.

