En una tarde que prometía emociones, el Mallorca se llevó no solo tres puntos, sino un soplo de esperanza para la afición. Omar Mascarell, al que lamentablemente vamos a perder por su compromiso con la Copa de África, ha sido sin duda el corazón del equipo. Este chico se ha convertido en fundamental para Jagoba Arrasate; su actuación fue estelar y cada pase parecía un poema al fútbol. Con un gol espectacular y una asistencia brillante para Muriqi, quien también brilló con luz propia al marcar el tercer tanto, el Mallorca encontró la tranquilidad necesaria.
Un partido lleno de sorpresas
A pesar de comenzar en una posición delicada, sumando después del encuentro más que solo puntos, los jugadores dejaron claro que estaban dispuestos a luchar. Aquellos primeros veinte minutos fueron pura magia; Jan Virgili deslumbró con su habilidad y Manu Morlanes nos sorprendió con un control exquisito antes de encontrar las redes. Y aunque el destino quiso jugarle una broma al Mallorca con ese disparo al palo que casi es gol y algunas intervenciones del portero Iñaki Peña—cedido por el Barça—el empate a uno al descanso no parecía hacer justicia a lo visto en el campo.
La segunda parte nos ofreció más espectáculo. El Elche intentaba tocar y tocar, pero sin puntería alguna; ni un solo tiro entre los tres palos. Ahí estaba la diferencia: mientras ellos se perdían en pases intrascendentes, el Mallorca mostró carácter y dominio en las áreas gracias a Valjent y Raíllo. Mascarell volvió a ser decisivo junto a Morlanes, quienes juntos dieron una lección táctica al equipo rival dirigido por Eder Sarabia.
Con esta victoria bajo el brazo, ahora toca mirar hacia Mestalla. La inercia ganadora puede ser clave si queremos seguir soñando.