En la tarde de ayer, el Real Madrid nos dejó a todos con la boca abierta, pero no precisamente por un gran espectáculo. Después de un partido en San Mamés donde brillaron como nunca, este domingo en el Bernabéu fue todo lo contrario. Nos preguntamos: ¿qué ha pasado aquí? La diferencia entre el equipo que sorprendió a todos en Bilbao y el que se presentó contra el Celta es abismal. Puede que la ausencia de Camavinga y Alexander-Arnold haya influido, o tal vez esa lesión temprana de Militao fue la primera señal de que algo no iba bien.
Un final desastroso
Y así fue como llegó ese segundo gol del Celta, cuando ya estábamos convencidos de que el Madrid había tirado la toalla. El equipo parecía boxeador KO, incapaz de mantenerse en pie. En este escenario caótico, Fran García y Carreras perdieron los papeles; un espectáculo triste para los aficionados. En lo que va del año, pocas veces hemos visto al Madrid caer tan bajo. ¿Y qué decir del primer tiempo? Un auténtico desastre con escasos destellos de calidad; más fruto del esfuerzo desesperado tras quedarse con uno menos que juego colectivo.
Xabi Alonso intentó cambiar las cosas metiendo a Rodrygo y Gonzalo, quien estuvo cerca de empatar con un cabezazo. Pero incluso con diez hombres, el Celta supo jugar sus cartas y casi les da un susto monumental. Al final, todos nos quedamos pensando si este Madrid es realmente una obra maestra o solo una mezcla confusa entre doctor Jekyll y mister Hyde. Esta derrota ha dejado claro que hay mucho trabajo por hacer antes de volver a ser ese equipo temido.

