En un rincón de Palma, un episodio singular ha dejado a más de uno con la boca abierta. Una mujer, nacida en Argentina, se presentó en una peluquería de la calle San Miguel el pasado 7 de mayo. Con esa actitud segura que todos conocemos, pidió unas extensiones de pelo que le costarían nada menos que 933 euros. Sin embargo, lo que parecía ser una cita rutinaria se convirtió en un verdadero escándalo.
La acusada, al reconocer los hechos en el juzgado de lo Penal, no pudo evitar hacer que se alzaran algunas cejas. Según la Fiscalía, llegó con “una solvencia garantizadora”, pero cuando llegó el momento de pagar, simplemente dio media vuelta y salió por la puerta sin dejar rastro. ¿A dónde fue? Esa es la pregunta que muchos se hacen mientras piensan en lo sucedido.
Justicia a medias y un acuerdo inesperado
La propietaria del local no tardó en denunciar este acto que raya entre lo cómico y lo desastroso. La mujer fue imputada por un delito de estafa y finalmente terminó enfrentándose a seis meses de cárcel. Sin embargo, gracias a un acuerdo entre su defensa y el Ministerio Fiscal antes del juicio, esta pena quedó suspendida durante dos años. Eso sí, tendrá que devolver los 933 euros que dejó pendientes, aunque ya consignó parte del importe antes del juicio.
Y así concluyó esta historia curiosa: una escapada poco pensada acaba convirtiéndose en un recordatorio para todos sobre las consecuencias de no cumplir con nuestras responsabilidades. En fin, parece ser que algunos creen que pueden “tirar a la basura” las normas básicas del respeto hacia los demás.

