En un homenaje muy especial por los cien años del nacimiento de Carmen Martín Gaite, el suplemento ‘ABRIL’ ha decidido recrear una conversación con la escritora, gracias a la pluma de Inés Martín Rodrigo. Esta entrevista ficcionada no es más que un viaje a través de sus propias palabras, tomadas de sus libros y reflexiones. Es como si Carmen volviera a estar entre nosotros, recordándonos que, efectivamente, las personas se las recuerda por lo que dicen.
Una conexión perdida y recuperada
A veces pienso en cómo el destino juega con nuestras aspiraciones. Cuando decidí abandonar Medicina para seguir el camino del Periodismo, ya era demasiado tarde para conocer a la mujer cuya obra me había inspirado desde siempre. Carmen falleció en 2000, justo seis años antes de que yo terminara mi carrera. Esa conversación quedó pendiente, un anhelo guardado en el fondo de mi ser.
Ahora, al acercarse este centenario el 8 de diciembre, he podido darle vida a esa charla tan esperada. Aunque sea imaginaria, esta conversación nos permite sentir su presencia viva y vibrante. En un mundo donde todo parece ir deprisa y donde perdemos la capacidad de detenernos a disfrutar del momento presente, sus palabras resuenan con fuerza.
Carmen hablaba sobre la rapidez con la que vivimos hoy; la aglomeración de experiencias nos impide conectar verdaderamente con nosotros mismos y con los demás. “Cuando escribo”, decía ella, “lo hago a mano porque necesito sentirlo”. Hay algo mágico en ese gesto: escribir se convierte en una forma de resistencia ante una realidad cada vez más efímera.
Y qué decir sobre nuestra juventud actual… Carmen sentía tanto orgullo como envidia al ver cómo las nuevas generaciones se expresan sin miedo ni tabúes. La libertad que ellas tienen hoy no tiene nada que ver con lo que vivimos antes; eso es innegable.
A través de su voz podemos reflexionar sobre temas universales: el deseo humano de conexión y amparo o las dificultades históricas que enfrentamos las mujeres al crear e inventar. A menudo sentimos esa presión social que nos lleva a comportarnos según normas establecidas; pero ella siempre abogó por romper esas cadenas.
A medida que avanzamos por estas páginas llenas de sabiduría y emoción, recordamos también cómo las historias son fundamentales para mantener viva la memoria colectiva. Como bien dijo Carmen: “Cuando contamos nuestras vivencias, les damos vida”. Y es cierto; cada palabra tiene su peso y su historia detrás.
Así es como seguimos adelante, compartiendo recuerdos y escuchando los relatos ajenos; porque contar es vivir dos veces. Este homenaje no solo celebra su legado literario sino también nuestro deseo común de hacer memoria. ¿No cree usted?

