La situación de la sobrassada, ese manjar que todos conocemos y apreciamos, está pendiendo de un hilo. En medio de una crisis sanitaria que parece no tener fin, el sector se siente cada vez más amenazado. La peste porcina africana ha puesto a muchos productores en jaque, y mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros? Nos toca reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a perder.
El Desafío del Mercado
Este no es solo un problema de los productores; es algo que nos afecta a todos. Imagina caminar por las calles de nuestras islas y no poder disfrutar del aroma inconfundible de una buena sobrasada. Según Jaume Perelló, un referente en el sector, “no podemos permitir que esto se convierta en una anécdota triste”. Se trata de una tradición que nos define y que, si no actuamos rápido, podríamos ver tirada a la basura.
A medida que avanzan las semanas y la incertidumbre crece, se hacen evidentes las repercusiones económicas. Las empresas locales están sufriendo. Y nosotros como consumidores debemos preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para proteger nuestra gastronomía? Si seguimos así, pronto será más fácil encontrar opciones industriales aburridas que sabor auténtico. La elección es clara: apoyar lo local o dejar que nuestros productos tradicionales desaparezcan en el olvido.

