En un giro inesperado que ha dejado a más de uno con la boca abierta, la Audiencia Nacional ha decidido absolver a los seis acusados de formar una supuesta célula jihadista en Inca. Este veredicto no solo provoca indignación, sino que también nos hace cuestionar si realmente estamos protegiendo lo que debemos. ¿Dónde queda la justicia cuando el miedo se convierte en una herramienta para controlar y silenciar?
Caminos oscuros y decisiones críticas
A lo largo del juicio, muchos se preguntaron si las pruebas eran suficientes o si, por el contrario, todo esto era un teatro montado para calmar los ánimos de aquellos que sienten que la seguridad está en juego. Los acusados han pasado meses bajo la sombra del estigma público, y ahora ven cómo se les devuelve el honor perdido. Pero, ¿es suficiente? Las cicatrices son profundas y no sanan fácilmente.
Este desenlace también pone sobre la mesa una reflexión necesaria: ¿estamos dispuestos a tirar a la basura nuestros principios en nombre del miedo? La lucha contra el terrorismo debería ser un camino hacia la justicia, no una justificación para hacer juicios apresurados. Hoy más que nunca necesitamos dialogar y entender antes de actuar.

