La historia del Christmas Market en la Feixina ha desatado un torbellino de emociones entre los vecinos, quienes no han dudado en alzar la voz por lo que consideran un ataque directo a su entorno. Recientemente, se han reportado daños en uno de los árboles más queridos del parque, y es que para muchos, este espacio verde representa mucho más que un simple lugar de recreo; es parte de su vida cotidiana.
Los residentes están furiosos. «Esto es una colonización descarada», afirmaba uno de ellos con evidente frustración mientras observaba cómo las festividades navideñas parecen pisotear la esencia natural del lugar. No se trata solo de un evento más; detrás de esta polémica hay una lucha por preservar lo que queda de nuestra identidad y nuestro entorno.
Cambio necesario o daño irreparable
A medida que las luces brillan y las risas resuenan en el mercado, el sentimiento generalizado entre los habitantes es claro: este monocultivo turístico está tirando a la basura lo poco que nos queda. ¿Realmente necesitamos sacrificar nuestro patrimonio natural por unas pocas semanas de comercio? La pregunta queda en el aire mientras los vecinos continúan defendiendo su parque con pasión y determinación.

