La situación del RCD Mallorca se complica. En sus últimos dos encuentros, los bermellones han sufrido más de lo esperado, a pesar de haber tenido la ventaja de dos goles. Ante Osasuna, en un partido crucial para la permanencia, terminaron empatando 2-2; y contra el Numancia, en la Copa del Rey, vieron cómo su 0-2 y luego 1-3 se esfumaban en un abrir y cerrar de ojos.
Un equipo que no aprende de sus errores
No podemos evitar pensar que este Mallorca nos está decepcionando. La incapacidad para cerrar los partidos es alarmante. Estos tropiezos se suman a una larga lista de problemas con los que lidia Jagoba Arrasate, quien ya tiene suficiente en su plato con las dudas sobre la alineación y cuestiones extradeportivas como el caso Dani Rodríguez.
El famoso dicho dice que el 2-0 es el resultado más engañoso del fútbol. Y tras lo visto, parece que nuestros chicos no han aprendido la lección. La igualdad ante Osasuna les costó puntos vitales para respirar tranquilos en la tabla, mientras que contra un equipo tres categorías por debajo acabaron pidiendo la hora.
Aquí todos sentimos la frustración palpable tras cada encuentro. Arrasate no pudo ocultar su enfado después del choque ante el Numancia: «El cabreo venía porque no tenemos un partido tranquilo», confesaba el técnico vasco. Por su parte, Muriqi admitió que pensaba que ya tenían el triunfo asegurado hasta que llegó ese gol navarro.
No hay duda: el Mallorca debe aprender a mantener la concentración durante todo el partido. Con tan poca solidez en juego e identidad, dejar escapar ventajas es algo imperdonable. Esta temporada, además de las últimas decepciones, solo lograron mantener una ventaja similar en Sevilla (1-3).
Los aficionados mallorquinistas están acostumbrados a sufrir hasta el último minuto, pero ver cómo se escapan dos puntos en casa ante rivales directos o tener que luchar con uñas y dientes contra equipos inferiores es motivo suficiente para preocuparnos seriamente.

