Imagínate recibir una multa y no enterarte hasta mucho tiempo después. Eso es lo que le ha pasado a muchos vecinos de Palma, donde el caos en la notificación de sanciones se está convirtiendo en algo habitual. Recargos inesperados, multas que aparecen como por arte de magia y un sentimiento generalizado de frustración. ¿No es para tirar a la basura? Una auténtica tomadura de pelo.
Un vecino de Sant Jordi lo vivió en carne propia. Le llegó una multa por 300 euros, pero como nunca recibió la notificación a tiempo, su deuda subió a 900 euros. ¿El motivo? La administración se olvidó de hacer su trabajo. Este residente no puede más con esta situación: «Tengo cuatro notificaciones, pero solo una llegó al buzón. Fue la última y, aun así, me han cascado con unos recargos brutales».
El clamor ciudadano ante un problema persistente
Las quejas se acumulan y este vecino no es el único afectado; son muchas las voces que se alzan en contra de esta gestión desastrosa. «Nos toman el pelo, la verdad», dice visiblemente molesto. Y aunque está considerando llevar su caso a los tribunales si su aseguradora le da respaldo, no deja de pensar en cuántas personas están en su misma situación.
A lo largo del tiempo hemos visto cómo estas multas perdidas pueden traducirse en cifras astronómicas para los ciudadanos. Algunos incluso superan los mil euros debido a esa falta de comunicación tan escandalosa.
Y mientras tanto, todos seguimos esperando que alguien ponga fin a este desaguisado porque esto ya ha sido tema recurrente durante años aquí en Palma. El vecino espera que al compartir su historia pueda abrir los ojos a otros y quizás hacer que las autoridades actúen finalmente sobre este problema crónico. Mientras tanto, nos queda seguir luchando por nuestros derechos y exigir un cambio real.

