En la tarde del 29 de noviembre, Palma se convirtió en el escenario de una escena que, aunque común, nunca deja de ser inquietante. A las 18:50 horas, dos hombres se enzarzaron en una pelea en plena calle Sant Miquel. El desencadenante fue un hombre español de 46 años que no solo inició el altercado, sino que además tenía una orden judicial pendiente de ingreso en prisión.
Una intervención oportuna
Todo comenzó cuando uno de los implicados estaba tranquilamente disfrutando de una bebida en un bar de la calle Olmos. De repente, este individuo se encontró cara a cara con el arrestado, quien le pidió dinero. La negativa del primero desató la furia del segundo, que empezó a insultarle y a mostrar su lado más agresivo. Pero como si se tratara de una película bien dirigida, justo cuando la situación escaló, apareció una patrulla de la Unidad Motorizada (UMOT) que estaba patrullando por la zona y rápidamente intervino para poner fin al espectáculo.
Tras separar a los protagonistas de esta historia turbulenta, los agentes tomaron declaraciones. La víctima contó cómo había sido molestada sin tregua hasta llegar a ese punto crítico. Por su parte, el detenido justificó su comportamiento diciendo estar «enfadado» y lidiar con «problemas psicológicos», asegurando que no era algo personal. Curiosamente, ninguno quiso presentar denuncia por lo sucedido; sin embargo, al verificar la identidad del hombre conflictivo encontraron que tenía esa requisitoria sobre sus espaldas. Así fue como terminó tras las rejas.

