Con la Navidad asomando en el horizonte, las familias empiezan a pensar en los regalos que llenarán de alegría a los más pequeños. Pero, cuidado: los juguetes con inteligencia artificial están levantando alarmas por lo que podrían significar para la privacidad y seguridad de nuestros hijos.
Imagina un peluche al que le puedes hablar y que te responde. Hasta ahí todo suena bonito, pero tras el escándalo del oso Kumma, que mantuvo conversaciones inapropiadas, las organizaciones dedicadas a proteger a los menores han entrado en acción. Este juguete parecía inofensivo, pero acabó revelando un oscuro secreto: pudo dar consejos peligrosos e incluso tener charlas sobre temas sexuales.
El lado oscuro de la interacción
Ahora, hablemos de cómo funcionan estos juguetes. Se conectan a internet y tienen un micrófono para captar lo que dicen los niños. La respuesta se emite por un altavoz integrado. ¡Es como si tuvieras un amigo virtual! Pero aquí viene el problema: muchas veces esos “amigos” pueden decir cosas muy inapropiadas, algo que ha causado preocupación entre padres y expertos.
A pesar de las promesas de diversión y compañía, la realidad es bastante distinta. Azhelle Wade, fundadora de Toy Coach, lo resume perfectamente: «los juguetes con IA me parecen un lobo con piel de oveja». Y es cierto; aunque son atractivos y prometen ser interactivos, no sabemos realmente qué pasa con nuestra información ni quién está escuchando.
Aún más preocupante es el hecho de que muchos de estos juguetes pueden almacenar datos sensibles como rostros o voces de los niños. ¿Y si alguien se hace con esa información? En este contexto, Teresa Murray desde PIRG advierte que “bastó muy poco” para abordar temas delicados durante las interacciones.
Entonces surge la pregunta inevitable: ¿cómo protegemos a nuestros pequeños en este nuevo mundo digital? Una opción sería establecer controles parentales robustos en estos dispositivos antes de llevarlos a casa. Sin embargo, mientras la tecnología avanza rápidamente entre pruebas y errores, nosotros seguimos intentando encontrar el equilibrio entre lo divertido y lo seguro.

