En un giro inesperado de los acontecimientos, Figure AI, una de las compañías más destacadas en el ámbito de la robótica humanoide, se encuentra en el ojo del huracán tras la denuncia de su exjefe de seguridad. Robert Gruendel, quien ocupó este cargo hasta hace poco, ha levantado la voz alertando que su robot Figure 02 tiene una fuerza suficiente para causar serios daños, incluso fracturar un cráneo humano.
La historia comienza el 21 de noviembre de 2025 cuando Gruendel presentó una demanda federal en California. En su declaración, expone que durante las pruebas internas uno de estos humanoides impactó contra un frigorífico con tal potencia que lo abolló. Imagínense si ese golpe hubiera sido contra una persona…
Un riesgo silenciado dentro de la innovación
A pesar de las advertencias y su intento por establecer protocolos claros de seguridad, Gruendel asegura que sus preocupaciones fueron minimizadas por los altos mandos, incluido el CEO Brett Adcock. Después de expresar sus temores sobre la falta de medidas preventivas—como un botón de paro—fue despedido bajo la justificación oficial del bajo rendimiento. Pero él sostiene que esto fue pura represalia.
Desde luego, esta situación plantea una pregunta inquietante: ¿realmente podemos confiar en robots diseñados para convivir con nosotros? La empresa defiende a capa y espada su postura asegurando que cada uno de sus modelos es seguro y está diseñado siguiendo estándares rigurosos. Sin embargo, el relato de Gruendel nos deja pensando en cuántas otras verdades podrían estar escondidas detrás del brillo del avance tecnológico.
Mientras Figure AI planea lanzar miles más de estos modelos al mercado en los próximos años, queda claro que necesitamos hablar sobre cómo equilibrar innovación y seguridad. Si algo falla y no hay controles adecuados, podríamos estar ante una situación mucho más grave. Este escándalo nos recuerda lo urgente que es establecer normas claras antes de dar el siguiente paso hacia un futuro donde los robots sean parte cotidiana.

