En una mañana que comenzó como cualquier otra, un incendio arrasó una casa en Selva, y lo que parecía ser solo un siniestro más se transformó rápidamente en un escándalo de proporciones. Al llegar los bomberos, no solo encontraron las llamas devorando la vivienda, sino que también descubrieron algo mucho más inquietante: una plantación de marihuana y un almacén repleto de drogas y armas.
Los ecos de la comunidad
Los vecinos, al enterarse, no pudieron evitar compartir su indignación. “Esto no es algo aislado”, comenta uno de ellos, con ese tono entre resignado y furioso. “Es el reflejo de lo que está pasando aquí: tiran a la basura nuestras calles y nuestra tranquilidad por culpa del tráfico ilegal”. El descubrimiento ha sacudido a Selva, donde muchos sienten que se les ha robado el espacio seguro que siempre conocieron.
A medida que se despliega esta historia, crece la preocupación sobre cómo este tipo de actividades pueden florecer justo bajo nuestras narices. La pregunta ahora es: ¿qué medidas tomarán las autoridades? A la vista está que la situación requiere más atención. Porque tras los incendios no solo hay fuego; hay vidas afectadas y una comunidad que merece respuestas claras.

