La ministra de Sanidad, Mónica García, no ha dejado lugar a dudas en el Pleno del Senado: es hora de que las comunidades autónomas, especialmente aquellas gobernadas por el Partido Popular, se pongan las pilas y establezcan un protocolo común sobre el uso de mascarillas. Y es que con el repunte de infecciones por virus respiratorios que estamos viendo, la coordinación es más necesaria que nunca. García ha fijado como fecha límite el 1 de diciembre de 2025 para alcanzar ese consenso vital que permita actuar juntos en todo el país.
Desacuerdos y decisiones divergentes
No es un secreto que esta propuesta ya chocó con la resistencia popular durante la campaña del año pasado. Ahora mismo nos encontramos en una situación donde cada autonomía parece jugar a su antojo; mientras Aragón ya ha decidido hacer obligatorias las mascarillas en centros sanitarios, en la Comunitat Valenciana solo se recomienda su uso. La ministra recordó con firmeza que «el año pasado trabajamos juntos para crear un protocolo común, pero fue el Partido Popular quien lo boicoteó». No podemos permitirnos más desavenencias políticas cuando está en juego la salud pública.
En una carta enviada a todas las consejerías autonómicas, García subrayó los beneficios de coordinar esfuerzos: «Este marco permitirá ofrecer respuestas coordinadas y reproducibles». Es evidente que algunas autonomías están tomando decisiones sin tener en cuenta esta necesidad urgente de colaboración. El presidente aragonés, Jorge Azcón, ha tomado la delantera al declarar obligatorio el uso de mascarillas ante el aumento de casos gripales; algo positivo pero insuficiente si no se suma al resto.
En contraste, Valencia se queda corta al limitarse a recomendaciones. Con una incidencia creciente –787,8 casos por 100.000 habitantes– aunque catalogada como nivel bajo de epidemia, hay razones suficientes para ser cautos y proteger tanto a pacientes como profesionales sanitarios.
García insiste: un enfoque unificado no solo evitará confusiones sino que también ayudará a construir confianza entre los ciudadanos hacia nuestras instituciones sanitarias. Todos sabemos lo complicado que puede ser este proceso cuando hay tantas voces discordantes entre comunidades del mismo signo político. La experiencia nos dice que necesitamos este tipo de protocolos comunes para realmente enfrentar los desafíos epidémicos cada invierno.
Al final del día, esto no se trata solo de mascarillas; va mucho más allá. Se busca establecer una estrategia integral con medidas clave como vigilancia epidemiológica y gestión adecuada de recursos asistenciales. En palabras de García: “La salud debe estar por encima del juego político”. Así que esperemos que pronto podamos ver una respuesta robusta y conjunta frente a estos virus respiratorios.

