La historia de Andrés Peña Santa, un chico de 31 años que llevaba en paradero desconocido desde el 4 de noviembre en Palma, ha tenido un desenlace esperanzador. Después de semanas de angustia y búsqueda, su madre, Martha Santa, no pudo contener su emoción al saber que su hijo había sido encontrado sano y salvo. «Estoy desesperada, solo quiero encontrarle», había confesado entre lágrimas en una entrevista.
Todo comenzó cuando Andrés salió de su trabajo en una tienda deportiva del centro comercial en Marratxí. Como muchos jóvenes, vivía independiente desde hacía cerca de diez años y, aunque había tenido sus diferencias con su madre —una discusión fuerte los distanció— siempre mantuvieron algún tipo de comunicación. «No rompimos la relación del todo; yo iba a verle mucho a su trabajo», explica Martha.
La preocupación se apodera de sus seres queridos
Cuando Andrés dejó de ir a trabajar, sus compañeros comenzaron a preocuparse. Intentaron llamarle y mandarle mensajes sin obtener respuesta alguna. Fue entonces cuando los amigos del joven decidieron actuar y organizaron grupos para buscarlo por los lugares que solía frecuentar.
Lo curioso es que tras una relación larga con una chica durante ocho años, él estaba viviendo solo tras la separación. Su expareja se encontraba en Portugal cuando sucedió la desaparición y al regresar a Mallorca fue informada por amigos sobre la situación. «Me llamó muy triste», recuerda Martha. «Me dijo que algo me iba a preocupar y me comentó que no sabían nada de mi hijo». Finalmente, fue la hermana quien dio el paso definitivo e interpuso la denuncia ante la Policía Nacional.
Aunque aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre lo sucedido durante esos días, el alivio por encontrar a Andrés es innegable. Para su familia y amigos esta experiencia ha sido un recordatorio desgarrador del valor del amor familiar y la importancia de cuidar las relaciones.

