Pocos habrían imaginado que el Gran Premio de Las Vegas sería un punto de inflexión tan potente para la Fórmula 1. Esta cita, con su aire extravagante y rimbombante, parecía más una apuesta arriesgada que un evento seguro, pero terminó por dejar una huella imborrable. La clasificación del Mundial se apretó a solo 24 puntos de diferencia, y los equipos vieron cómo sus sueños se desmoronaban ante la sorpresa de todos.
Un desenlace inesperado
Max Verstappen fue quien cruzó primero la meta en el Boulevard, mientras que el espectáculo estaba protagonizado por personajes icónicos como Mickey Mouse. Pero lo realmente impactante llegó después: Lando Norris y Oscar Piastri fueron descalificados debido al desgaste excesivo en sus monoplazas. Un golpe duro para McLaren, que había visto cómo su piloto brillaba en las últimas carreras.
David Coulthard no pudo evitar señalar el error: “Norris quiso jugar al juego de Verstappen. El problema es que no conoce las reglas”. Este revés dejó a Verstappen muy vivo en la lucha por el título y convirtió a McLaren en un equipo a la defensiva.
Pero no solo McLaren tiene problemas; Aston Martin vive su propia montaña rusa. Con rumores sobre cambios drásticos como la posible salida de Andy Cowell y el regreso del polémico Christian Horner, parece que Fernando Alonso está atado a un coche con pocas esperanzas. El asturiano lo dejó claro: “Llevamos sin puntuar mereciéndolo desde Singapur”. La frustración brota entre los pilotos mientras luchan contra coches deficientes, como si estuvieran reviviendo épocas pasadas llenas de decepciones.
Y ¿qué decir de Lewis Hamilton? El británico confesó sin tapujos: “Es la peor temporada de mi vida”. Con su cara reflejando desánimo y desesperación tras acabar octavo, queda claro que no hay espacio para ilusiones cuando se llevan tantos años buscando resultados positivos.
Así se presenta este final de temporada. Dos carreras más en Qatar y Abu Dhabi donde todo puede pasar, dejando una sensación de incertidumbre en un campeonato donde cualquier cosa es posible. La F1 sigue siendo impredecible y emocionante; lo único cierto es que esta noche en Las Vegas dejó marcas profundas e historias por contar.

