Si alguna vez has viajado por carretera, seguro que has visto esas esferas rojas colgando de los cables de alta tensión. A primera vista, pueden parecer un simple adorno, pero lo cierto es que tienen un papel crucial en la seguridad aérea. Nos encontramos ante unas auténticas balizas de señalización visual esféricas, diseñadas para prevenir accidentes aéreos cuando las aeronaves vuelan a baja altura.
Una función vital
Según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), estos elementos no son opcionales; son obligatorios en lugares estratégicos donde el riesgo de colisión es alto. Imagina la escena: una avioneta agrícola o un helicóptero de rescate volando bajo y sin estas bolas visibles. Es bastante inquietante pensar en ello. Las torres eléctricas a menudo hacen que los cables sean prácticamente invisibles desde el aire, sobre todo en condiciones adversas.
No obstante, gracias a estos coloridos avisos se puede calcular la distancia con respecto a ellos. Y no solo eso, también hay normativas como el Real Decreto 223/2008, que establece claramente dónde deben colocarse estas balizas: cerca de ríos, valles o incluso áreas montañosas. Lo mismo ocurre con instalaciones situadas en zonas protegidas, donde la visibilidad es esencial.
Aparte del color llamativo (rojo, naranja y blanco), hay normas rigurosas sobre su tamaño y resistencia. ¿Sabías que deben medir entre 60-90 centímetros y pesar entre 5 y 7 kilos? Esto asegura que no afecten la estabilidad de los cables mientras cumplen su misión protectora.
Por último, hablemos del material: suelen ser fabricadas con polietileno de alta densidad o poliéster reforzado para resistir viento, lluvia y cambios bruscos de temperatura. En definitiva, aunque puedan pasar desapercibidas al ojo inexperto, estas bolas rojas son guardianes silenciosos del cielo.

