Lucas Bergström guarda con cariño un recuerdo especial de este último mes. El joven guardameta finlandés, que llegó al Real Mallorca desde el Chelsea sub-23, ha tenido la oportunidad de debutar en el fútbol profesional y lo ha hecho con grandes emociones. «Primero debuté y luego jugué en LaLiga, ¡y encima logramos una victoria contra el Getafe! Sin duda, ha sido un mes muy bueno para mí», confiesa con una sonrisa.
La presión y la recompensa de ser portero
Tras la lesión de Leo Román, muchos aficionados se preguntaban quién ocuparía su lugar. A pesar de las dudas entre él y Pichu Cuéllar, Jagoba decidió confiar en Lucas. Su primer encuentro no fue como soñaba; sufrió una derrota por 3-0 ante el Betis. Pero a pesar del resultado, demostró su valía con intervenciones clave que evitaron una goleada aún mayor. «Lo supe unos días antes y eso ayudó a prepararme mentalmente. Cuando estás en el campo, no sabes cómo vas a sentir hasta que estás ahí mismo. Me sentí preparado», explica.
Después del debut en La Cartuja, llegó el momento más esperado: jugar en Son Moix frente a la afición local. «Estaba emocionado por poder jugar ante nuestra gente. Es un ambiente increíble y me encanta formar parte de ello». Aunque había cierta presión tras perder el partido anterior, Lucas sabe que eso también puede ser positivo: «La presión es buena; nos impulsa a dar lo mejor de nosotros mismos».
Aquel triunfo contra el Getafe fue más que solo tres puntos; para Lucas fue un refuerzo emocional al sentir el cariño tanto de sus compañeros como del público, quienes le rodearon con abrazos al finalizar el partido. «Cuando ayudas al equipo y recibes ese agradecimiento sincero del público y tus compañeros, esa es la mejor sensación del mundo», concluye apasionado.

