En el corazón del nuevo Museo Egipcio del Cairo, se alza majestuoso el Coloso de Ramsés II, una imponente estatua de 11 metros que atrae la atención de todos los visitantes. Sin embargo, lo que debería ser un espectáculo inolvidable se convierte en un pequeño desastre para más de uno, ya que el coloso está rodeado por un foso de agua que muchos pasan por alto.
Imagínate caminando por el Gran Atrio, admirando las maravillas del antiguo Egipto y, sin quererlo, acabar con un pie empapado. La intención era simplemente apreciar la belleza del lugar, pero esa lámina de agua puede sorprender a los despistados. Muchos visitantes confunden ese foso con un suelo brillante o ni siquiera lo ven; así que ¡plop!, ahí va su zapato directo al agua.
Un museo lleno de sorpresas
El Gran Museo Egipcio (GEM), inaugurado recientemente, es un sueño hecho realidad para los amantes de la historia. Con más de 100.000 piezas en su interior, entre las cuales se encuentra el famoso tesoro de Tutankamón, este museo ha sido diseñado para ofrecer una experiencia inmersiva sobre la historia egipcia. Pero claro, entre tanta maravilla visual y detalles impresionantes, es fácil perderse y caer en esas pequeñas trampas acuáticas.
No es raro ver vídeos graciosos en redes sociales como TikTok e Instagram donde los visitantes muestran sus momentos poco elegantes tratando de salir del agua tras haber metido el pie sin querer. Y aunque algunos pueden reírse ante estas situaciones inesperadas, otros podrían sentirse frustrados por no haber disfrutado plenamente del monumento más grande a la cultura egipcia. Porque sí, en medio del arte y la historia hay algo más que solo mirar: es vivirlo.

