Imagina la sorpresa que se llevaron los agentes de la Guardia Civil y los técnicos de la Dirección General de Salud Pública cuando, durante una inspección rutinaria en abril, dieron con una verdadera bomba: 20 toneladas de marisco y pescado que no estaban ni para el consumo humano. La mayoría de estos productos, algunos con fechas que databan de 2018 y 2019, habían sido descongelados y luego congelados otra vez. ¿Quién puede creer que esto suceda en nuestra ciudad?
Un hallazgo alarmante
El operativo tuvo lugar en una distribuidora ubicada en Palma, donde los inspectores encontraron un verdadero desastre alimentario. Los productos estaban apilados en múltiples ‘palets’, todos ellos superando las fechas de consumo preferente. Además, algunos alimentos habían perdido la cadena de frío y habían sido tratados como si fueran aptos para comer. Menos mal que estas inspecciones existen; lograron detener a tiempo lo que podría haber terminado en nuestras mesas.
Como resultado, la empresa no se salió con la suya: fue sancionada con una multa total de 90.000 euros por infringir gravemente las leyes de salud pública. Esto debería hacernos reflexionar sobre lo que estamos consumiendo y quiénes son los responsables detrás del suministro alimentario. ¡Es hora de poner un alto al monocultivo turístico y cuidar nuestra salud!

