Tere, con una sonrisa que refleja toda su lucha, acaba de conseguir una medalla de plata en el Campeonato de Europa de Jiu Jitsu. Pero lo que muchos no saben es que esta victoria llega tras una batalla personal titánica. Durante 17 años, ella había sido la profesora favorita en la escuela del Mar de Palma, donde enseñaba a los niños a amar el mar y disfrutarlo como ella lo hacía. Su vida giraba en torno al deporte, siendo la única mujer balear con cinturón negro en Brazilian Jiu-Jitsu.
Sin embargo, todo cambió drásticamente en agosto de 2023. Tras un entrenamiento rutinario, su entrenador Sito Martínez le recomendó hacerse unas pruebas médicas. El diagnóstico fue devastador: un tumor cerebral de cinco centímetros. «Le dije a un alumno que me hiciera testamento porque esto pintaba muy feo», confiesa Tere entre risas nerviosas.
Una lucha sin cuartel
La operación fue complicada; sufrió tres paradas durante la cirugía y aunque lograron extirpar parte del tumor, otro fragmento quedó atrapado en una vena complicada. Los meses siguientes fueron un auténtico caos: se sentía atrapada dentro de su propia casa. «Parecía un ratón en una jaula», dice con nostalgia mientras recuerda cómo las aceras le parecían mundos irreales.
Afortunadamente, la rehabilitación neurológica se convirtió en su salvación. Con apoyo profesional y nuevas adaptaciones para lidiar con su nueva realidad –gafas especiales y auriculares– comenzó a encontrar su camino nuevamente. Sin embargo, el día a día seguía siendo complicado: «No puedo ver la tele ni leer mucho… Las luces parecen sacadas de un puticlub». Pero eso no detuvo su espíritu indomable.
Tere no solo volvió a entrenar; también se lanzó nuevamente al tatami para competir contra rivales sin discapacidad. «El deporte ha suplido el TDAH que tengo desde pequeña», dice orgullosa mientras rememora cada momento del campeonato europeo donde enfrentó grandes desafíos y superó sus propios límites.
A pesar de los obstáculos –un tapón perdido durante el combate o los gritos ensordecedores– Tere luchó hasta el final. Y cuando subió al podio con esa medalla plateada colgando del cuello, supo que todo había valido la pena: «Lloré como una niña».
Su amigo Tomeu no puede evitar admirarla: «A esta chica le han extirpado un trozo de cerebro y entrena con gente normal». Y así es Tere, alguien que convierte sus dificultades en motivación para seguir adelante.
Mamá orgullosa de dos hijas adolescentes, encuentra inspiración diaria en ellas: «Ellas son la leche», afirma con alegría mientras habla sobre sus logros y premios por ser buenas personas.
Hoy continúa su rutina adaptada entre medicación y ejercicio físico porque para ella la verdadera victoria no es solo esa medalla sino haber estado allí compitiendo otra vez. «Lucha por lo que quieres; lo que realmente cura es la esperanza» concluye esta valiente mallorquina cuya historia podría inspirar a cualquiera a levantarse tras cualquier caída.