En el escenario de las ATP Finals de Turín, uno de los momentos más impactantes fue ver a Carlos Alcaraz sentado en su silla, sin camiseta, sumido en sus pensamientos. Esa imagen lo dice todo: un joven tenista que acaba de luchar en una batalla extenuante contra Taylor Fritz, donde cada punto contaba para alcanzar sus sueños. ¿Quién no se ha sentido así después de un esfuerzo titánico?
Un alivio necesario
Después del partido, Alcaraz compartió con MARCA cómo vivió esos instantes de silencio. “Fue una sensación de alivio, la verdad. Fue un partido muy intenso, tanto física como mentalmente muy exigente”, confesó el murciano. Nadie puede dudar que cada encuentro es una prueba que pone a prueba no solo su cuerpo, sino también su mente. Se sintió como si hubiera llevado una carga pesada sobre sus hombros y al final del juego pudo soltarla.
Con la mirada baja y reflexionando, Carlos sabía que había dado todo lo que tenía en la pista. “Desde el principio, sabía lo difícil que iba a ser”, añadió mientras recordaba cómo tuvo que remontar un set y luchar por cada saque en los momentos decisivos.
Tras ese desgaste emocional y físico, decidió darse un respiro el miércoles; no pisó las pistas de entrenamiento ni un minuto. En lugar de eso, optó por trabajar en el gimnasio del torneo y hacer algo tan sencillo como subirse a la bicicleta estática. Sabía que necesitaba recargar energías para lo que se viene: las semifinales están al caer.
Ahora es momento de esperar 24 horas más antes de enfrentarse a otro gran reto en esta emocionante cita maestra. Con determinación y fuerza renovada, Alcaraz sigue demostrando que es mucho más que un simple jugador; es un verdadero guerrero dentro y fuera de la cancha.

