Hay un verso famoso del poeta surrealista Paul Éluard que dice: “La Tierra es azul como una naranja”. A simple vista, puede parecer un auténtico sinsentido. ¿Cómo podemos comparar nuestro planeta con esa fruta? Pero, a veces, lo más profundo no se entiende con la lógica. Esto me recuerda a una experiencia de hace años cuando entré en una tienda de discos buscando un single de una actriz famosa recitando a Lorca. El vendedor, con su mirada escéptica, soltó: “Ese poema es un disparate”, refiriéndose al verso que dice: “Eran las cinco en todos los relojes”. Esas palabras resonaron en mi mente.
El poder de la imaginación
Los expertos aseguran que para apreciar versos como los de Éluard o Lorca necesitamos activar diferentes partes de nuestro cerebro. Pasar de lo automático a lo creativo. No se trata solo de entender; hay que dejar volar nuestra imaginación y permitirnos explorar caminos distintos. La literatura es ese vehículo que nos ayuda a hablar sobre la realidad desde otro ángulo. Imaginar cómo podría ser el futuro también define quienes somos.
A veces basta con una simple palabra o el eco de una conversación para desencadenar algo nuevo dentro de nosotros. Esa chispa creativa puede dar vida a todo: desde descubrimientos científicos hasta obras maestras del arte. Si no arriesgamos y combinamos elementos inusuales, nunca lograremos romper esas barreras mentales.
Pensemos en Éluard, quien escribió su famoso verso en un momento crítico, intentando salvar un amor tambaleante. Su metáfora nos invita a contemplar el mundo desde otra perspectiva: sí, la Tierra es azul porque los océanos reflejan ese color y también es redonda como una naranja.
No necesitamos explicaciones lógicas para apreciar la belleza; esta impacta nuestra imaginación cuando todos los relojes marcan las cinco en punto y comprendemos que hay cosas más allá de lo evidente.
Pero reflexionando sobre esto hoy, siento que mientras nuestros políticos no capten que la Tierra es azul como una naranja, seguiremos atrapados sin rumbo claro.

