¿Alguna vez has pensado en cómo piensan las máquinas? En nuestro último capítulo de 20bits by ValPat, nos sumergimos en el apasionante mundo de cuatro juegos que no solo entretienen, sino que también entrenan nuestra mente. Hablamos de dos juegos de mesa y dos videojuegos que son auténticos puentes entre la lógica humana y la lógica computacional. En ellos, aprenderemos a tomar decisiones, anticipar errores y ver el mundo desde una perspectiva completamente nueva.
El juego que desafió a la inteligencia artificial
Pongámonos en situación: imagina un tablero vacío, donde las fichas blancas y negras son los protagonistas. Este es el escenario del Go, un juego milenario que ha puesto a prueba la inteligencia humana durante siglos. Aunque sus reglas son sencillas, su complejidad es abrumadora; las combinaciones posibles superan incluso el número de átomos del universo. Durante años, ningún ordenador pudo con él… hasta que llegó AlphaGo en 2016. Esta inteligencia artificial se adentró en un océano de partidas y aprendió a jugar como nunca antes se había visto, sorprendiendo al mundo con su creatividad algorítmica.
A continuación, cambiamos de escenario: ahora estamos dentro del módulo lunar del Apolo 11 en 1969. Con el juego Moon, tú eres la mente detrás del sistema, tomando decisiones cruciales mientras intentas aterrizar sin fallar. Un homenaje a Margaret Hamilton, quien desarrolló software clave para salvar la misión cuando todo parecía perdido.
No nos olvidemos de encender nuestras consolas: con Estudio de Videojuegos, puedes crear tu propio videojuego sin necesidad de ser un experto programador. Simplemente arrastra bloques y conecta acciones; aquí aprendes a pensar como lo hace cualquier desarrollador.
Por último, tenemos Super Mario Maker 2, donde diseñar niveles es solo una parte del desafío. La verdadera esencia está en anticipar cómo otros jugadores interactuarán con tus creaciones. Te obligas a pensar estratégicamente sobre cada salto y cada trampa.
A través de estos cuatro juegos tan diferentes entre sí, nos damos cuenta de algo fundamental: jugar es otra forma poderosa de pensar. Nos enseñan no solo a razonar y crear, sino también cómo funcionan las máquinas que utilizamos diariamente.

