La noche del 2 de noviembre, a eso de las 23:40, ocurrió algo que nos deja pensando. Cuatro chicos, con edades entre los 11 y 14 años, decidieron jugar a lanzar piedras desde un puente sobre la autopista de Llevant. Y no cualquier piedra, sino esas que acaban rompiendo cosas valiosas. Su blanco fue un autobús de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que terminó con una luna lateral hecha añicos. ¿El resultado? Unos daños valorados en unos 2.000 euros.
Una acción imprudente que no se puede pasar por alto
Todo empezó cuando el conductor del autobús hizo una llamada a la Base del 092 para reportar lo ocurrido. Con una descripción clara de los jóvenes, incluso mencionando que uno iba en un patinete eléctrico, la situación tomó un giro preocupante. El chofer no solo vio cómo su vehículo quedaba dañado; estaba consciente de lo peligroso que puede ser este tipo de actos para todos en la carretera.
Los agentes de la Unidad Nocturna (UNOC) rápidamente se pusieron manos a la obra y comenzaron a buscar por la zona. No tardaron mucho en dar con los menores, quienes estaban sentados despreocupadamente en un banco en Avenida México. Debajo de ellos encontraron varios cascotes compatibles con aquellos lanzados al autobús.
Una vez identificados, los policías contactaron con sus padres, quienes llegaron al lugar para enterarse de lo sucedido. La verdad es que este tipo de acciones irresponsables no solo afectan bienes materiales; ponen en riesgo vidas y generan problemas serios para estos chavales.
Ahora el caso ha pasado a manos de la Fiscalía de Menores, dejando claro que este tipo de imprudencias deben tener consecuencias. La comunidad tiene el deber de reflexionar sobre lo ocurrido y actuar para evitar que se repita algo similar.

