La historia de la confitería Can Frasquet es una de esas que marcan un lugar, una época. Fundada en 1697, esta joya del dulce ha sido parte del corazón de Palma desde 1890, justo en la calle Orfila, al lado de la emblemática Plaça del Mercat. Sin embargo, la transformación que sufrió hace unos años, al convertirse en restaurante, hizo que su fachada perdiera ese encanto único que la caracterizaba.
Una intervención necesaria para recuperar lo auténtico
El Ajuntament de Palma ha decidido actuar y ponerle remedio a este desaguisado. Durante una reciente reunión de la Comisión del Centro Histórico, se presentó un plan audaz: restaurar la fachada original de este icónico edificio. La idea es eliminar esos añadidos poco afortunados que han ido acumulándose con el tiempo, como esa plancha metálica que nadie entiende por qué está allí o el césped artificial que nada tiene que ver con el estilo auténtico.
Además, también van a reubicar los aparatos de aire acondicionado (¡por fin!), quitar toldos extensibles y deshacerse de ese cableado visible que no hace más que romper con la estética del lugar. Y no nos olvidemos del rótulo original; debe regresar para recordar a todos lo especial que fue Can Frasquet en su mejor época.
A lo largo de los años, esta confitería fue regentada por la familia Casasayas. Desde que Josep Casasayas Casajuana llegó a Mallorca y se convirtió en maestro confitero, Can Frasquet se estableció como el sitio ideal para saborear dulces típicos de las Islas Baleares. ¿Quién no recuerda los deliciosos quartos embatumats alabados incluso por Alfonso XIII durante sus visitas? Sin duda, un referente indiscutible hasta su cierre en 2014.
A medida que avanzan los planes para devolverle a Can Frasquet su antigua gloria, muchos nos preguntamos si realmente lograremos volver a disfrutar de esos sabores tradicionales rodeados del encanto arquitectónico perdido. La comunidad espera ansiosa ver cómo este proyecto toma forma y recupera parte de nuestra historia local.

