En la pintoresca localidad de Sóller, la semana pasada se vivieron momentos de auténtica tensión debido a dos accidentes relacionados con el alcohol. Y es que, una vez más, el consumo irresponsable de bebidas alcohólicas dejó su huella en las calles. En uno de los incidentes, un Mini Cooper terminó volcado tras chocar contra una pared, dejando su parte delantera hecha trizas. Los agentes de la Policía Local no tardaron en llegar y, tras realizarle la prueba de alcoholemia al conductor, el resultado fue alarmante: 0,99 mg/l, casi cuatro veces lo permitido. Así que no hubo más remedio que proceder a su detención.
Un ambiente tenso y agresivo
Pero eso no fue todo. En otro accidente, un Volkswagen se salió de la carretera y chocó contra otra pared. La situación se complicó cuando la Guardia Civil llegó al lugar y encontró a diez amigos del conductor increpando a los agentes. La cosa se puso fea cuando uno de ellos decidió agredir a un guardia civil y acabó siendo detenido también.
A medida que llegaban más patrullas de la Policía Local, se palpaba la tensión en el ambiente. Los amigos del conductor seguían resistiéndose e insultando a las autoridades. Al final, el conductor fue detenido por conducir bajo los efectos del alcohol con un resultado de 0,62 mg/l, además de hacerlo sin carné. Sus amigos no se fueron limpios; les cayó una denuncia administrativa por desobedecer e insultar a los agentes.
No cabe duda: estos episodios nos recuerdan cómo el alcohol puede convertirse en un verdadero enemigo en nuestras carreteras.

