Este domingo, el Mallorca dejó claro que también sabe jugar ‘el otro fútbol’, un concepto que va más allá de los toques bonitos y las jugadas espectaculares. En un partido disputado en Son Moix, los bermellones se enfrentaron al Getafe y lograron una victoria muy necesaria, aunque no fue precisamente un festín para la vista. Con un gol de Muriqi, el equipo demostró que, a veces, ser práctico es lo que cuenta.
Un duelo de intensidad y estrategia
Desde el principio, quedó claro que el Getafe quería mantener la calma y buscar el empate a toda costa. Pero la diana del kosovar cambió las tornas. El Mallorca utilizó las mismas armas que suelen emplear los azulones: presión alta, faltas estratégicas y una defensa sólida que logró frustrar a su rival. ¿El resultado? Un Getafe desquiciado que no sabía cómo reaccionar ante ese juego tan efectivo.
Es curioso cómo en este deporte hay momentos donde parece más importante molestar al rival que tener la posesión del balón. Mientras los de Bordalás acumulaban el 61% de posesión, nuestros chicos despejaron hasta 52 balones frente a solo 19 de ellos. La clave estaba en saber cuándo apretar y cuándo hacer tiempo; Maffeo lo hizo magistralmente tras un córner.
A pesar de recibir fuertes golpes durante el partido, como le ocurrió a Mateo Joseph con una acción fortuita, el equipo nunca perdió la compostura. Esa mezcla entre dureza e inteligencia es lo que realmente hace falta en estos encuentros. Y sí, puede parecer aburrido para algunos aficionados ansiosos por ver goles espectaculares, pero aquí es donde reside la esencia del fútbol: ganar sin perder la cabeza.
Aunque no fue un espectáculo visual, esta victoria trae consigo una sensación de alivio y confianza renovada para todos nosotros. El Mallorca ha demostrado que puede adaptarse y jugar con eficacia cuando las circunstancias lo requieren. Así se ganan partidos importantes.

