Este fin de semana, una sombra de tristeza se ha posado sobre el baloncesto mallorquín. La noticia del fallecimiento de Biel Monroig, a los 72 años, ha dejado un vacío que será difícil de llenar. Todos aquellos que hemos seguido su carrera sabemos lo mucho que significó para el deporte de la canasta y, en particular, para el Club Bàsquet Colonya Pollença, donde dedicó gran parte de su vida.
Un legado imborrable
En cada rincón del club se sentía su ausencia antes del inicio de los partidos; un minuto de silencio fue testigo del respeto y cariño que todos le profesaban. Desde su llegada al banquillo en la temporada 87/88, Biel no solo fue entrenador: fue un faro, un mentor para generaciones enteras. Su historia comenzó en los años 80 con el Ramón Llull, pasando después por equipos como el CB Alcúdia, conocido popularmente como Gesa Alcúdia, y dejando su huella también en el Bàsquet Inca durante la temporada 98/99.
Pero sin duda, fue en Pollença donde consolidó su legado. Trabajando desde las categorías inferiores hasta contribuir al crecimiento social y deportivo del club, ayudó a moldear lo que hoy conocemos como Colonya Pollença. En palabras del propio club: «No se puede explicar con palabras lo que Biel ha hecho por el Bàsquet Pollença. Referente y mentor… Una generación hoy llora su pérdida».
Biel Monroig será recordado no solo por sus logros deportivos sino por la pasión y entrega incondicional hacia este deporte que tanto amaba. Un adiós a una figura clave, pero cuyo espíritu seguirá vivo entre nosotros.

