En una noche mágica en Zagreb, el Celta de Vigo ha demostrado que aún tiene mucho que decir en el fútbol europeo. Tras un inicio titubeante, el equipo dirigido por Giráldez se lanzó al ataque y logró una victoria contundente contra el Dinamo, evocando esos recuerdos de las gloriosas noches célticas de los 90. ¿Quién no recuerda aquella máquina de hacer fútbol que hacía vibrar a toda Europa? Esta vez, el EuroCelta volvió con fuerza, dejando claro que este torneo es parte del ADN del club y sus aficionados.
Un espectáculo digno de recordar
El partido comenzó con un Celta arrollador. En la primera parte, los vigueses se impusieron con un juego brillante; Bryan Zaragoza brilló como nunca antes, mientras Iago Aspas dirigía la orquesta con maestría. Pablo Durán, recuperando su olfato goleador, firmó un doblete que dejó a la afición extasiada. Con esta victoria, ya suman cinco consecutivas y se colocan en una posición privilegiada para avanzar a los octavos de final. Nueve puntos de doce posibles y todavía invictos en casa; ¡un camino casi perfecto!
No sorprende ver cómo Claudio Giráldez realizó múltiples rotaciones para este encuentro. Con siete cambios respecto al último partido ante el Levante y pensando ya en el desafío del domingo frente al Barcelona, parece que la estrategia está dando frutos. Además, Iván Villar debutó bajo palos tras la lesión de Radu y mantuvo su portería a cero; ¡vaya forma de entrar al equipo! Es curioso pensar que los únicos partidos sin goles en contra coinciden con sus actuaciones.

