Ed Sheeran, ese chico con cara de buenazo que ha sabido conquistar estadios enteros, nos presenta su octavo álbum: ‘Play’. Sin hacer mucho ruido, este británico ha ido tejiendo una carrera donde el amor y la vida cotidiana son sus principales protagonistas. En esta nueva entrega, regresa con un aire más extrovertido que en sus anteriores trabajos, incorporando sutiles influencias de sonidos indios y del Medio Oriente.
Una mezcla sorprendente
Recordemos que Sheeran no es cualquier artista; ha recorrido un camino lleno de éxitos desde sus inicios. En ‘Play’, se hace evidente que quiere revitalizar su esencia, alejándose un poco de las introspecciones previas que marcaron discos como – (Subtract) o Autumn Variations. Desde la primera canción, ‘Opening’, ya nos deja claro que viene con intenciones renovadas: “No soy la estrella del pop que dicen preferir”. Con esto, nos está hablando directo al corazón.
A lo largo del disco se siente esa energía refrescante. Nos topamos con temas como ‘Sapphire’, donde los versos sobre ojos brillantes estallan como fuegos artificiales junto a la voz de Arijit Singh. ¡Qué maravilla! La fusión es cautivadora: panderetas y castañuelas aparecen en ‘Heaven’, mientras los ritmos de instrumentos orientales añaden un toque especial a otras melodías. Aunque algunas canciones carecen de gran profundidad, hay destellos como el funky ‘Don’t Look Down’, donde colabora Fred Again.
Pese a tener momentos más ligeros, cuando Sheeran decide sacar su lado oscuro lo hace sin miramientos: “Cada día te odio un poco más” canta en ‘A Little More’, mostrándonos esa dualidad que también está presente en cada uno de nosotros. ¿Acaso no nos sentimos así alguna vez? Así es Ed, un reflejo sincero de emociones crudas pero bellas.