En un contexto de tensión creciente, Qatar será el escenario este domingo y lunes de una cumbre regional que reúne a países árabes e islámicos. ¿El motivo? Los bombardeos del martes pasado por parte del Ejército de Israel, que dejaron un trágico saldo de seis muertes en la capital qatarí, Doha. Entre los fallecidos, cinco eran miembros del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), además de un agente de seguridad qatarí.
A medida que nos acercamos al día de los funerales, programados para la tarde de hoy jueves, la conmoción es palpable. Este ataque, defendido por Israel pero denunciado con firmeza por Qatar, ha reavivado viejas heridas. El Gobierno qatarí ha confirmado que las ceremonias se llevarán a cabo tras los rezos del Asr en la mezquita Mohamed bin Abduluahab y las víctimas serán sepultadas en el cementerio de Mesaimir.
Un llamado a la acción en medio del dolor
Las palabras del primer ministro qatarí, Mohamed bin Abdulrahmán al Thani, resuenan con fuerza: ha calificado este acto como un claro ejemplo de «terrorismo de Estado». Además, no ha dudado en criticar abiertamente a su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, en un momento donde la paz parece más lejana que nunca. Mientras tanto, entre lamentos y plegarias, Qatar se une para honrar a aquellos que han caído en esta nueva ola de violencia.