En la pequeña localidad de Caimari, un espectáculo poco común ha dejado a todos boquiabiertos. Tres turistas, con más ganas de diversión que sentido común, decidieron dar un salto desde el tejado de una casa de alquiler vacacional directo a su piscina. ¿El resultado? Un momento viral que ha encendido las redes y ha hecho reflexionar sobre los excesos del turismo.
¿Hasta dónde hemos llegado?
Este acto no es solo un chascarrillo, sino un claro reflejo del monocultivo turístico que invade nuestras islas. Nos preguntamos, ¿es esto lo que queremos para nuestro hogar? La respuesta parece evidente. Mientras el número de turistas sigue aumentando sin control, también lo hacen los comportamientos irresponsables que ponen en riesgo tanto a ellos como a la comunidad local.
Las imágenes del salto han causado furor y risas entre algunos, pero tras esa aparente diversión se oculta una realidad mucho más seria. Nuestros espacios están siendo tratados como parques temáticos donde todo vale, ignorando las normas básicas de respeto y convivencia.
Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de alzar la voz y decir basta. No podemos permitir que nuestra isla se convierta en un escenario para actos imprudentes e irresponsables. Es hora de sentarnos a pensar qué tipo de turismo queremos fomentar: uno que respete nuestra cultura y entorno o uno que simplemente tire todo por la borda.