Este viernes, el Palma Futsal nos regaló un espectáculo emocionante en el Palau d’Esports de Son Moix, donde se enfrentó al actual campeón, el Jimbee Cartagena. El partido, que era su estreno en la liga, parecía destinado a una amarga derrota hasta que apareció Fabinho, quien logró igualar el marcador a falta de 17 minutos para el final.
Un comienzo lleno de intensidad
Desde el pitido inicial, la igualdad fue la protagonista. Si esto fuera un combate de boxeo, sin duda los chicos de Antonio Vadillo habrían ganado por puntos; ¡vaya cómo inquietaron a Chemi! Mientras tanto, los murcianos no lograban hacer lo mismo con Luan Muller. Lucao, Charuto y Fabinho estuvieron muy cerca de marcar ese primer gol tan esperado, pero la puntería les falló y también hubo que destacar las intervenciones del portero rival.
Desafortunadamente, los despistes defensivos volvieron a ser un problema para los palmesanos. Tras un córner mal defendido, Mellado consiguió abrir la lata rematando con la rodilla. La presión aumentaba y había que remontar si querían evitar una derrota que no se veía en casa desde abril del año pasado.
Aumentando la tensión del encuentro, Gon Castejón sorprendió a todos con un impresionante disparo desde su área que hizo volar al portero armenio y dejó el marcador en 0-2. Pero en este equipo hay algo especial: nunca se rinden. Así lo demostró David Peña, quien aprovechó un rechace para reducir distancias antes del descanso.
Ya en la segunda parte, el triple campeón de Europa salió decidido a darlo todo. Ernesto y Deivao fueron protagonistas junto a Fabinho, quien tuvo varias ocasiones de empatar gracias a tiros libres. Aunque Luan Muller no solo estuvo bajo palos; también intentó contribuir al ataque desde lejos ante una defensa melonera muy cerrada.
No obstante, los visitantes tampoco se quedaban atrás y Luan tuvo que lucirse ante disparos peligrosos de Castejón. La ocasión más clara llegó cuando Charuto mandó un remate al larguero justo cuando ya sumaban cinco faltas. En esos momentos críticos,
Vadillo tomó una decisión arriesgada: optó por jugar con portero-jugador. Y como broche final, sobre la bocina y cuando menos se esperaba,
Fabinho desató su magia y con un misil logró poner las tablas definitivas en el marcador.