BRUSELAS, 5 Sep. (EUROPA PRESS) – La Comisión Europea ha decidido mantenerse al margen de una cuestión crucial: si lo que ocurre en Gaza puede considerarse un «genocidio», tal como lo afirmó la vicepresidenta ejecutiva de Transición Limpia, Teresa Ribera. Con un tono que rebosaba frustración, Ribera lamentó la incapacidad de Europa para «hablar con una sola voz» ante este conflicto tan desgarrador. Pero parece que a Bruselas no le toca juzgar; eso es lo que dice su portavoz, Paula Pinho, quien aseguró que no hay ninguna decisión del Colegio de Comisarios sobre este asunto.
A su vez, el portavoz de Exteriores de la UE, Anouar El Anouni, fue claro: determinar si se han cometido crímenes internacionales es cosa de los tribunales. En otras palabras, para ellos solo son observadores. «La calificación jurídica de un acto así requiere una evaluación minuciosa», enfatizó. Mientras tanto, las declaraciones de Ribera resuenan aún en el aire; no es la primera vez que ella llama a las cosas por su nombre y recuerda que, aunque no se llame genocidio oficialmente, lo que sucede allí se asemeja bastante.
¿Qué pasa con nuestras convicciones?
En un momento histórico donde necesitamos unir fuerzas y mostrar nuestro rechazo a situaciones tan inhumanas como estas, Bruselas parece dejar pasar la oportunidad de ser valiente. Claro está que el Ejecutivo comunitario ya había dejado claro antes su postura: la crisis en Gaza es «insostenible» y la muerte de civiles es algo «indefendible». Pero eso no basta. ¿Hasta cuándo vamos a ver cómo se arrastran los derechos humanos mientras nos quedamos callados? A veces parece que tiramos a la basura nuestra propia ética por miedo al debate.