Era una tarde cualquiera en el Puerto de Alcúdia, cuando la calma se vio interrumpida por un suceso sorprendente. Un joven de nacionalidad colombiana, con la intención de coger un barco rumbo a Barcelona, fue detenido por la Policía Local y Portuaria. ¿La razón? Había robado nada menos que nueve teléfonos móviles.
Todo comenzó cuando dos mujeres decidieron denunciar el hurto de sus dispositivos en una comisaría cercana. Con los nervios a flor de piel, explicaron cómo habían perdido sus móviles. Pero gracias a una útil aplicación de geolocalización, los agentes pudieron rastrear los teléfonos y descubrir que ambos estaban en el puerto.
Un hallazgo inesperado
No esperaban lo que encontrarían. Al coordinarse con la Policía Portuaria para investigar más a fondo, dieron con el sospechoso justo antes de que se subiera al barco. Al principio solo buscaban recuperar los teléfonos de las denunciantes, pero al interceptarlo vieron que llevaba consigo una colección completa: ¡nueve móviles! Todos ellos presuntamente robados.
Es increíble pensar cómo alguien puede actuar así, como si robar fuera un juego. Y no es la primera vez que escuchamos historias similares; hace unos años capturaron a una mujer en Eivissa con 99 teléfonos dentro de su maleta y uno más escondido en su bolsillo. ¿Dónde acaba esta locura? La pregunta nos deja pensando sobre hasta dónde llega la avaricia humana.