El pasado sábado, el pequeño Rubén Anguiano se llevó la gloria en la Carrera de Caracoles de Tricio, donde su caracol, apodado ‘Anguino’, recorrió 62 milímetros en solo cinco minutos, arrastrando una lata de pimientos de 250 gramos. ¡Increíble!
Esta particular competición, que ya va por su 39ª edición, reunió a un total de 71 gasterópodos en el frontón municipal, en medio de las fiestas en honor a San Bartolomé. La emoción no faltó y muchos niños asumieron el papel de ‘pilotos’, cuidando a sus caracoles durante días o incluso compitiendo con algunos prestados por Pedro Julián Alegría, el organizador del evento.
Una tradición que despierta pasiones
Alegre y divertido, Alegría explicó cómo se preparan los caracoles: “En primavera y verano salen a comer por la noche. Si te levantas temprano, puedes encontrar alguno”, comentó entre risas. Pero hay que tener cuidado; recolectar estos animalitos autóctonos se ha vuelto más complicado con el tiempo.
Tras ‘Anguino’, llegó ‘Caracolín’, el molusco dirigido por la niña Nora Varela, quien también es vecina del pueblo. Aunque todos disfrutaron del espectáculo, los resultados quedaron lejos del récord mundial alcanzado en 2001 por Irene Villar, cuyo caracol logró una hazaña impresionante al recorrer 265 milímetros.
Sin embargo, no todo fue pura diversión. La carrera ha generado debates sobre si esto constituye maltrato animal. Alegría compartió su experiencia: “El año pasado tuve a dos ecologistas observando porque pensaban que era maltrato. El caracol que quiere tira y el que no simplemente se detiene”. No obstante, él defiende la prueba con pasión: “Esto no es maltrato; lo verdadero ocurre en los fogones”.
La fiesta continuó con una degustación masiva de caracoles guisados para deleitar a los presentes. Se prepararon nada menos que 140 kilos de estos moluscos para servir unas 700 raciones. La alcaldesa Sandra Pulido destacó cómo este pequeño pueblo riojano se identifica como ‘caracoleros’ y cómo la comunidad disfruta enormemente de esta tradición.
A medida que caía la tarde y los aromas invadían las calles, quedó claro que Tricio sigue siendo un lugar donde los caracoles son más que simples moluscos; son parte integral del corazón y alma del pueblo.