El primer partido de la Liga del Mallorca nos dejó una mezcla de emociones, pero al final, lo que prevalece es un alivio palpable. Gracias a la garra de Abdón, quien no dudó en lanzarse tras un balón que parecía inalcanzable, y al coraje de Domenech, que se atrevió a rematar rodeado de rivales. No podemos olvidar el temple de Mateu Morey, quien con precisión colocó el balón en el único rincón donde Radu no podía llegar.
Una primera jornada llena de tensión
Antes del pitido final, el ambiente en las gradas era tenso; la idea de salir sin puntos frente a gigantes como el Real Madrid y Atlético asustaba. Giráldez estuvo cerca de llevarse otra victoria sobre Arrasate, pero este equipo aún tiene mucho que ajustar. Las ausencias notorias de Morlanes y Muriqi condicionaron la estrategia inicial. A pesar de todo, Mateu Joseph y Mascarell cumplieron sus roles con dignidad. La combinación entre Pablo Torre y Darder promete ser interesante si logran encontrarse en el campo.
Aunque la ausencia del kosovar fue evidente, el cedido por Leeds mostró destellos que podrían ser clave para el futuro del equipo. El rival llegó bien armado y trató de aprovechar cada oportunidad. Así fue como encajaron ese gol gallego que hizo temblar a más de uno.
Tras el descanso, los locales ajustaron sus filas e intentaron cambiar la dinámica con tres centrales y dos carrileros buscando mayor ofensiva. Pero aquí entra otra vez Mascarell como única solución defensiva. Si Samu Costa decide marcharse, queda claro que hace falta buscar alguien con su perfil urgentemente.
Aun así, Abdón sigue demostrando su valía cada vez que pisa el césped; esa esencia mallorquina se palpó al final del partido y fue suficiente para evitar un desastre total. Este empate sabe a respiro, un pequeño consuelo antes del próximo reto.