En un momento donde las palabras parecen más armas que el propio fuego, Naciones Unidas ha hecho un llamado urgente a los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela. La solicitud es clara: es hora de rebajar tensiones y actuar con sensatez. Todo esto surge tras el despliegue de buques militares estadounidenses frente a las costas venezolanas, una situación que no solo provoca inquietud, sino también miedo.
Tensiones en aumento y el papel de la ONU
El secretario general de la ONU, António Guterres, está siguiendo estos acontecimientos con lupa. En una rueda de prensa reciente, su portavoz, Daniela Gross, enfatizó la importancia de resolver diferencias a través del diálogo y no con gritos ni amenazas. Es un clamor por la paz que resuena en tiempos convulsos.
No obstante, desde Washington defienden su despliegue naval como parte de una lucha contra el narcotráfico. Y aquí entra en juego una acusación directa hacia el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al que incluso le han puesto precio: hasta 50 millones de dólares por su cabeza. Una cifra que hace temblar.
A medida que los días pasan, desde el chavismo se han intensificado las amenazas. Maduro ha prometido movilizar a 4,5 millones de personas para reforzar sus milicias populares. ¿Es este un gesto provocador o simplemente una defensa desesperada ante lo que consideran un ataque? Las preguntas flotan en el aire mientras nosotros, ciudadanos comunes, nos preguntamos qué viene después.