En el corazón del Secar de la Real, un grupo de vecinos ha decidido alzar la voz. La noticia de un nuevo edificio proyectado en su barriada ha caído como un jarro de agua fría. “¿Qué pasa aquí? ¡Nadie nos ha informado!”, claman con indignación. Y es que esta situación no es solo una cuestión arquitectónica; es una cuestión de respeto por la comunidad que habita y siente su barrio.
Una lucha por la transparencia
A medida que los días pasan, crece el descontento entre los residentes. La falta de comunicación por parte del Ayuntamiento hace que muchos se sientan como si estuvieran siendo ignorados, como si sus opiniones no contaran en un asunto tan importante. “No se trata solo del edificio, se trata de nuestro hogar”, dice María, una vecina que mira con preocupación hacia donde podría levantarse esa nueva construcción.
Este tipo de situaciones hacen reflexionar sobre cómo nuestras voces a menudo se pierden entre burocracias y decisiones tomadas en despachos lejanos. En un mundo donde el monocultivo turístico parece ser la norma, ¿acaso hay espacio para escuchar a quienes realmente viven en estos lugares?