La Guardia Civil ha dado un golpe fuerte al narcotráfico, deteniendo a 32 personas y abriendo investigaciones a otras 18 en lo que han llamado la Operación Llumeta. Este operativo se centra en el tráfico de drogas que se mueve como si fuera un paquete cualquiera a través de envíos postales. En los últimos días, hemos visto cómo caen no solo grandes peces, sino también esos pequeños traficantes que intentan hacerse un hueco en este oscuro mundo.
Un hallazgo alarmante
A lo largo de varios meses, los agentes de la unidad especializada en el Aeropuerto de Palma han interceptado envíos que parecían inofensivos pero que escondían más de 22 kilos de hachís, 31 kilos de marihuana, y unos 250 gramos de cocaína, además de cantidades menores de éxtasis y speed. Estos paquetes estaban destinados a varias localidades del archipiélago balear, con un valor total que supera los 350.000 euros. Una cifra escalofriante si pensamos en el daño que esto puede hacer a nuestras comunidades.
No es novedad que las organizaciones criminales utilicen estas rutas para distribuir sus productos. Lo preocupante es ver cómo también pequeños traficantes, actuando solos y sin vínculos con bandas organizadas, optan por el mismo camino para vender su mercancía al por menor. Su ingenio les lleva a ocultar las sustancias entre ropa o comida, intentando engañar tanto a los agentes como a los perros detectores. Sin embargo, hay veces en las que la astucia no da resultado.
A pesar del esfuerzo que ponen para evitar ser atrapados, muchos utilizan identidades falsas para dificultar su localización ante una posible intervención policial. Pero al final del día, la realidad es dura: aunque traten de escabullirse, la justicia está atenta y lista para actuar.