El Gran Premio de Austria fue un fin de semana que Álex Márquez no olvidará pronto, aunque no por las razones que uno podría pensar. Mientras muchos esperaban ver un duelo épico, lo que presenciamos fue una carrera donde el piloto de Gresini tuvo que lidiar con sus propias limitaciones y la imbatible figura de su hermano Marc. «¿Qué puedes hacer?», se preguntaba resignado ante la enorme distancia que los separa en el campeonato.
Un fin de semana agridulce
A pesar de las dificultades, Álex logró sumar 15 puntos, situándose en segundo lugar en el Sprint y ocupando el décimo puesto en la carrera dominical. Sin embargo, esa penalización del Long Lap desde Brno pesó como una losa. Aunque rodaba fuerte al inicio, acabó descendiendo hasta el undécimo lugar. Pero no todo estaba perdido; prefirió mantener la calma y confiar en que vendrán circuitos más favorables para su estilo.
Curiosamente, si bien podría parecer un fin de semana frustrante, para él resultó positivo al compararse con Pecco Bagnaia, quien salió con solo ocho puntos del Red Bull Ring. La diferencia entre ellos se amplió a 55 puntos en la lucha por el subcampeonato; así que Álex se sintió algo aliviado tras esta cita.
«He perdido 3,6 segundos en la Long Lap porque aquí es larguísima. Al reincorporarme vi lo lejos que estaba y decidí mantener la calma», confesaba Álex mientras reflexionaba sobre su rendimiento. Para él, regresar a una buena velocidad era crucial: «La velocidad y el feeling han vuelto… este circuito no era muy mío pero hemos estado luchando por estar delante».
Pero ahí estaba Marc Márquez marcando el ritmo desde otra galaxia. «Es normal que nos lleve tanta ventaja; cuando alguien hace seis dobletes seguidos…¿qué puedes hacer? No soy solo yo intentando batirlo, hay 20 pilotos más tratando sin éxito». Con estas palabras dejaba claro cuán difícil es competir contra un gigante como Marc.