El estreno del RCD Mallorca en la nueva temporada no podía haber sido más complicado. Recibir al campeón de Liga, un equipo que llegó a Palma con las garras afiladas y ganas de demostrar su valía, era un desafío monumental. Desde el primer minuto, los chicos de Flick se hicieron con el control del balón, una táctica infalible para abrir brechas y marcar goles. Y vaya si lo hicieron: en apenas 7 minutos ya estaban celebrando el primer tanto gracias a una jugada brillante de Lamal que, con un pase milimétrico, dejó a Raphinha solo frente a la portería.
El Mallorca tuvo su oportunidad de empatar, pero Muriqi no supo aprovecharla. A la tensión del partido se sumó un árbitro que decidió ignorar un pelotazo en la cabeza de Raillo, mientras Ferran aprovechaba la confusión para aumentar la ventaja. La actuación del colegiado fue realmente cuestionable; el desigual reparto de tarjetas acabó dejando al equipo local en inferioridad numérica. Es cierto que Muriqi merecía la roja por su falta, pero ¿acaso es justo mostrarle amarilla a Morlanes solo por protestar? Más aún cuando Araujo había estado golpeando sin piedad a Muriqi durante todo el partido.
Un panorama sombrío para Arrasate
Bajo estas circunstancias y con nueve jugadores contra once, poco se puede sacar en claro sobre este nuevo proyecto liderado por Jagoba Arrasate. Habrá que esperar a otro partido para ver cómo encajan los nuevos fichajes: Bergström, Kumbulla, Pablo Torre y Joseph. Sin embargo, las dudas persisten sobre si las salidas planeadas —como las de Greif o Maffeo— mejorarán finalmente las cosas. Al final del día, lo único que importa es lograr salvar la categoría; ese es el verdadero objetivo.